domingo, 1 de noviembre de 2009

Éste es mi bar...





Cada mañana voy al mismo bar a merendar. Es una especie de cafetería venida a menos regentada por un señor cuyo único objetivo en la vida es cerrar la barrera del local a las nueve y media hora después encontrarse sentado en un sofá escogiendo alguna inmigrante albanokosovar a la que poner mirando a Cuenca, siempre pasando previamente por caja. Divorciado de profesión y barman de vocación, este señor ha dedicado sus últimos doce años de vida a cagarse en "la puta de su ex-mujer", a la que le pasa una pensión millonaria cada mes por un hijo que nunca debió de haber nacido.




El local, un antro tipo "Los ladrones van a la oficina", tuvo baldosas blancas en su día; hoy solo queda de ellas un mísero recuerdo en forma de fotografía. El suelo se ha cimentado a base de chicles, huesos de aceituna y sustancias sospechosas provocadas por noches de lujuria y desenfreno con mujeres que fuman, pero que fuman mucho.


Nunca me he atrevido a entrar en los baños, pero conozco gente que sí lo ha hecho... nunca han vuelto a ser los mismos... restos de orín y vómito se enzarzan en una cruenta pelea por la conquista de nuestro olfato y, en ocasiones, hasta de nuestras papilas gustativas.




La compañía allí es muy agradable. Comparto barra con un señor que es capaz de combinar sin el más mínimo atisbo de vergüenza una americana blanca de marca con unos "shorts" vaqueros con el trasero desgastado... un pionero, vamos. También me topo con un millonario de apariencias: un tipo que viste con polos y camisas Ralph Lauren y que presume de ser el propietario de una exitosa agencia de viajes, la cual sé, de buena tinta, que debe más que factura. Éste es el típico personaje que invita a sus congéneres de barra a merendar solo para mostrar el "fajo" de billetes que no declara a hacienda. Más hacia el fondo del bar encontramos a una familia de gitanos, todos en pijama, que deleitan sus paladares con un desayuno continental: café con leche, zumo de naranja, croissant dulce y napolitanas de chocolate. En resumen, un almuerzo diario de 30 euros para una familia que subsiste gracias a una pensión de viudedad de la matriarca que no pasa de los 300 euros mensuales. Hagan cuentas... Ya, como colofón final, una de las estrellas del local, "la muda", una mujer rubia de unos cuarenta y tantos que posee una capacidad dialéctica y un dominio sobre cualquier tema solo equiparable al de los antiguos filósofos griegos.




En fin, algo digno de ver. A pesar de todas mis críticas, debo admitir que el medio bocadillo que engullo con ansia a diario es verdaderamente exquisito, probablemente las cucarachas que habitan en el submostrador y ese denso humo que se inhala le den ese toque diferente al de otros bares.






"Semper fidelis"






...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

y lo entretenido que estarás tu con todos esos personajes que contemplar.

Anónimo dijo...

Espero que al menos el de los polos y camisas Ralph Lauren te invite de vez en cuando a la merienda.

Carlos dijo...

Si señor, muy cañí! Cuando dices que te invitas a un bocata?? jeje.

Saludos campeón.

PORQUE LA VIDA PUEDE SER MARAVILLOSA