lunes, 26 de octubre de 2009

¿Sindicalista?... No, gracias.



Hace unos meses me ofrecieron, con afán de explotar mi evidente facilidad para hablar de todo lo que me toca los órganos vitales, colaborar con el sindicato de mayor importancia en mi empresa publicando una especie de folletines donde mi única tarea a realizar era quejarme de todo aquello que me producía urticaria en mi ámbito laboral. En pocas palabras, mi función era taladrar el culo de los "jefazos" sin una ínfima gota de vaselina.


Hasta hoy no era consciente del porqué rechacé el trabajo. Puede que mi pronunciada abulia, típicamente española, influyera, o puede que no me gustase la idea de "poner a caer de un burro" sin ton ni son a aquellos que me dan de comer. Pero hoy lo he descubierto.

Mi subconsciente, como es habitual, no me traicionó.


Hoy, en uno de los millones de absurdos cursillos a los que mi empresa me obliga a asistir, he conocido a uno de los jefes del comité. Su look lo delataba: era un amargado. Esa mescolanza humana entre un freak de laboratorio y un niño de primera comunión descubría un estilo de vida gris cual mariquita reprimido al que siempre dan por culo pero nunca dejan que dé. Quejándose de todo cuanto lo rodea, e incluso interrumpiendo a la profesora para exponer sus incongruentes denuncias, se delataba como marido calzonazos que en su casa no abre la boca y cuya mujer corre a ostias cada vez que osa tocar el mando de la tele.


De repente, en la pausa que hemos hecho a las dos horas de clase, se me ha acercado y, con aires de grandeza, se ha atrevido a preguntarme qué opinaba yo sobre sus intervenciones, como si mis caras de asco y mis insultos a media voz no hubiesen sido suficientemente evidentes. Sincero, cual concursante de Gran Hermano (sí, de esos que dicen: yo siempre digo las cosas por la cara, no voy de espaldas...) le he contestado que su postura me parecía ridícula y que probablemente lo que padecía era lo que se conocía como retención excesiva de semen, y que le podía recomendar un local donde le curarían por un módico precio.

Él, ofendido, me ha dicho que yo no tenía ni idea, y que si llevase veinte años en la empresa pensaría como él. (Cosa que dudo, ya que pienso casarme con una mujer que, al menos, no me pegue).


En fin, creo que hice bien en no aceptar el trabajo, ya que hubiese dado la cara por gente como esta, con la que no me identifico para nada y a la que, además, es posible que llegue a querer asesinar.


"Semper fidelis"
...

2 comentarios:

Carlos dijo...

Jajaja, muy bueno!! "Esa mescolanza humana entre un freak de laboratorio y un niño de primera comunión descubría un estilo de vida gris cual mariquita reprimido al que siempre dan por culo pero nunca dejan que dé"

Eres un crack!!!!

Carlos for president!

Marta Simonet dijo...

"Sin una ínfima gota de vaselina",oh dios! :)

PORQUE LA VIDA PUEDE SER MARAVILLOSA