"Algo pequeñito... ououo... algo chiquitito... ooououooo... cosas simples que ahora no me das, que te pido con locura si no quieres terminar". Esto es lo que nos canta un tal Daniel Diges, un chavalín hijo ilegítimo de Gaby Milito que está convencido de ganar Eurovisión. Lo que no sabe este pobre iluso es que lo que va a "terminar" va a ser su corta carrera como "eurofriki".
Eurovisión fue, años ha, un certamen musical muy reconocido en el viejo continente. Todos y cada uno de los intérpretes que pasaban por ahí devenían cantantes de éxito. Sin embargo esos tiempos quedan hoy lejanos, y las cosas han cambiado muchísimo. Al igual que las hombreras o la belleza de Bertín Osborne, el festival ha quedado totalmente obsoleto, mostrando su peor cara y convirtiéndose en una patochada en la que, por desgracia, España invierte gran cantidad de dinero.
Todos nos tronchamos viendo a Rodolfo Chikilicuatre reírse de los pobres países que aún mantienen un ligero halo de esperanza depositado en este certamen musical, sin embargo no era la primera vez que nos poníamos en evidencia ante el resto de la Europa melómana. Llevábamos ya varios años enviando juguetes rotos como Rosa, David Civera o Las Ketchup, que para lo único que servían era para tener algo que comentar con los amigos entre cubata y cubata.
Lamentablemente este año se intuye otro fracaso. No va a ser "algo pequeñito", sino que se supone "una buena hostia"... musicalmente hablando. Aunque si alguien es el menos indicado para hacer pronósticos soy yo, el tío que predijo que Gudjohnsen triunfaría en el Barça...
Os animo, pues, a que os olvidéis de ver este fin de semana el festival de Eurovisión. Sí, ya sé que habíais montado una cena con la familia al completo con ese propósito, y sé que lleváis un año esperando este maravilloso momento, pero os lo pido por el bien de José Luís Uribarri, ese señor al que TVE no deja que se jubile y al que pretenden rejuvenecer bañando su escasa cabellera en betún, y por el del propio Daniel Diges, que probablemente acabe alcoholizado y cayendo de alguna balconada andaluza como la esponja Massiel.
Spain: two point... L'Espagne: deux points...
"Semper fidelis"
Eurovisión fue, años ha, un certamen musical muy reconocido en el viejo continente. Todos y cada uno de los intérpretes que pasaban por ahí devenían cantantes de éxito. Sin embargo esos tiempos quedan hoy lejanos, y las cosas han cambiado muchísimo. Al igual que las hombreras o la belleza de Bertín Osborne, el festival ha quedado totalmente obsoleto, mostrando su peor cara y convirtiéndose en una patochada en la que, por desgracia, España invierte gran cantidad de dinero.
Todos nos tronchamos viendo a Rodolfo Chikilicuatre reírse de los pobres países que aún mantienen un ligero halo de esperanza depositado en este certamen musical, sin embargo no era la primera vez que nos poníamos en evidencia ante el resto de la Europa melómana. Llevábamos ya varios años enviando juguetes rotos como Rosa, David Civera o Las Ketchup, que para lo único que servían era para tener algo que comentar con los amigos entre cubata y cubata.
Lamentablemente este año se intuye otro fracaso. No va a ser "algo pequeñito", sino que se supone "una buena hostia"... musicalmente hablando. Aunque si alguien es el menos indicado para hacer pronósticos soy yo, el tío que predijo que Gudjohnsen triunfaría en el Barça...
Os animo, pues, a que os olvidéis de ver este fin de semana el festival de Eurovisión. Sí, ya sé que habíais montado una cena con la familia al completo con ese propósito, y sé que lleváis un año esperando este maravilloso momento, pero os lo pido por el bien de José Luís Uribarri, ese señor al que TVE no deja que se jubile y al que pretenden rejuvenecer bañando su escasa cabellera en betún, y por el del propio Daniel Diges, que probablemente acabe alcoholizado y cayendo de alguna balconada andaluza como la esponja Massiel.
Spain: two point... L'Espagne: deux points...
"Semper fidelis"
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