martes, 24 de febrero de 2009

LA CRISIS DE LA EDUCACIÓN: "Las almas de almoneda".


Así llamaba Joaquin Sabina a esas personas cuyos sedimentos éticos y morales giran cual veleta haitiana en pleno temporal monzónico. Son esos individuos que han abandonado los valores, las costumbres y la confianza depositada a lo largo de toda la vida para explorar mundos desconocidos que solo pueden reportarles desgracia e incertidumbre.

Mi indignacion ante estos "buscacéntimos" se basa en la postura "subastera" que han adoptado algunos de ellos ante las entidades financieras de toda su vida. Parece que algunos de ellos olvidan que la caja de ahorros del barrio le presto el dinero que necesitaba para comprar su cochambroso taller y para montar su comercio de cuestionable éxito. Ahora la moda seguida por estos personajes es dedicarse a "rular" sus pocos ahorros de banco en banco cual delicioso porro silvestre en el "Acampallengua", buscando la mejor calada.

Estos mercenarios de escopeta mal calibrada son los unos de los principales culpables de que los bancos hayan cerrado el grifo de los préstamos, porque sin confianza no son viables los créditos (crédito: el latín creditum -sustantivación del verbo credere: creer- que significa "cosa confiada". Así "crédito" en su origen significa entre otras cosas, confiar o tener confianza.).

En fin, llegará un momento en que estas personas se cansarán y optarán por dejar descansar en paz sus "perras" en algún cementerio bancario, y, para entonces, espero que éstos no mantengan esa postura cuadrúpeda que incita al enculamiento y vuelvan a sus orígenes, esos en los que eran ellos los que, gracias a la confianza recibida, se dedicaban a salvaguardar los ahorros de sus clientes y aconsejarlos en los momentos necesarios.

Qué dios nos pille confesados...

viernes, 13 de febrero de 2009

El tonto, el más tonto, el tuerto y la madre que los parió




Como se puede adivinar por el título, en este post voy a hablar de los tres personajes que, por desgracia, están haciendo de España un país pobre: nuestro presidente, el Sr. Rodriguez, nuestro opositor, el sr. "Rajao", y nuestro particular Caronte, el Sr. Solbes, que nos acompaña a golpe de remo a las entrañas del infierno.

Cuando hablo de un país pobre, no me refiero a un país "de pobres", aunque si sigue así la cosa... sino a un país demacrado, sin ilusión, sin un solo halo de esperanza de la llegada de un gobernador que siembre el cambio y que use el "savoir faire" para dirigirnos a todos a una prosperidad económica y social que hoy en día es una utopía digna de un fumador de crack.

Mientras ellos VIVEN de puta madre, forrándose a costa de todos nosotros y cobrando sus nóminas de cuatro y cinco ceros, nosotros tenemos que SOBREVIVIR con nuestras cuentas corrientes a cero. ¿No es algo ridículo que alguien en quién hemos depositado nuestra confianza se dedique a vivir como un Rey mientras nosotros nos sentimos como bufones?

Pues eso, que el panorama huele más a quemado que la piel de un monje Bonzo. Mientras el tonto nos vende que a finales de 2009 todo se habrá arreglado, el más tonto se dedica a investigar la mierda que todos sabemos que hay en su partido y a señalar con el dedo a posibles espías... y para acabar de mejorarlo, el tuerto mira para otro lado, que ironía...

Mi última esperanza no es precisamente Esperanza... sino que se llama Rosa Díez. Si ella me falla no creo que pueda volver a confiar lo más mínimo en el sistema político español. Supongo que entonces probaré suerte en países menos peligrosos para vivir, como Afganistán, Iraq o Sierra Leona.
Pero, a pesar de todo, pienso que hay que ser positivos, o sino que se lo digan a Farruquito cuando pasó en test de alcoholemia...
En fin, parafraseando a Clarence S. Darrow en una frase extraída del blog de mi hermano Dani: "Cuando yo era niño me decían que cualquiera podía llegar a ser presidente de la nación. Estoy empezando a creerlo".
Bien, Sr. Darrow... ¿Se lo acaba de creer ahora?

lunes, 9 de febrero de 2009

Los antagonistas desconocidos


Si hay algo más típico en España que las sevillanas, los toros y las bragas-faja tendidas en la coladuría, es la crítica y el odio injustificado.
Yo, como buen español, voy a dejar fluir ese odio propiamente patriótico para hablar de lo que yo llamo "los antagonistas desconocidos".

Son personas a las que no conozco personalmente, pero que son capaces de despertar en mi un sentimiento de odio del tamaño del tórax de Falete. Gente pública, normalmente presentadores, músicos, deportistas... nadie está exento de entrar a formar parte de mi particular "lista negra".

En muchos casos ese odio es infundado, y admito que es algo ridículo, pero confieso que el transfondo puede ser la discrepancia de ideales políticos, la incompatibilidad de caracteres o una apariencia extraña... un ejemplo claro que une las tres características es el Sr. Wyoming, un ser desagradable y despreciable para mi persona.

Otros de mis antagonistas por excelencia son Pablo Motos, Pepiño Blanco, Mariano Rajoy, nuestro presidente el Sr. Rodriguez, Hugo Chávez, Jorge Lorenzo, Figo o Fher, el cantante de Maná.

Sí, ya sé que al menos dos de ellos no tienen motivos para estar en mi lista, pero como dijo Monica Lewinsky, "se-la-vi", es decir, así es la vida.

En fin, yo invito a todo el mundo a hacer crecer su odio y ampliar su lista. Así, y solo así, podremos odiarnos todos en paz y armonía, como una familia numerosa repartiéndose una herencia millonaria...

sábado, 7 de febrero de 2009

Zapatero a tus zapatos...



Es el recurso fácil, y por desgracia este gobierno lo usa: "La culpa es de los demás". Como cuando de pequeños rompíamos algo y decíamos que había sido otra persona. Es más típico que el Dry Martini del sr. Bond.

Si ya escuchamos en "Tengo una pregunta para usted" a nuestro presidente, el Sr. Rodriguez, blandir su impenetrable escudo argumental basándose en la técnica de "echar balones fuera" y darle la culpa de todo a Estados Unidos, esta semana es el Sr. Sebastián (la cara de la humillación del PSOE en Madrid) quién se ha destapado como ignorante alegando que "toda la culpade la crisis la tienen los bancos".


Este comentario me cabrea. No voy a ser yo quien defienda el altruismo y las buenas intenciones de los bancos, igual que no defenderé las de las peluquerías o las ferreterías. Y es que, señores, no existe un solo negocio en el mundo que se dedique única y exclusivamente a las buenas acciones, sino que lo que se busca son los beneficios. Eso es tan obvio como que María Patiño morirá de hipertensión. Pero lo que no se puede hacer es basar la política económica de un gobierno dando mala fama a sus propias entidades financieras. Así no se crea confianza en el sistema financiero de un país.

El panorama actual es más peligroso que un apagón en Chueca... todo el mundo se da por culo.


Pero si fue realmente molesto el comentario del Sr. Sebastián, no fue para menos la réplica del sr. Pepiño Blanco, que defendió la confianza del gobierno en sus entidades bancarias...

Casi que hubiera preferido que se quedase callado, porque este hombre, credibilidad lo que se dice credibilidad... no tiene mucha. Un político que ha escalado puestos meteóricamente a base de poner a parir a los populares en todas sus intervenciones, no es lo que se conoce como una persona objetiva.

Si alguien tenía que defender a los bancos no era precisamente él. Hubiera quedado mejor incluso si esas palabras hubieran salido de la boca de Mario Conde, El Dioni o El Solitario...


En fin, la situación es más desconcertante que la imagen de Alfredo Urdaci cantando el "Sex Bomb". Solo espero que estas discrepancias y estas dudas que tiene el gobierno sobre el importante papel de los bancos en el fin de la crisis no afecten a los ciudadanos de a pie, porque estos son los que sostienen la economía española depositando su confianza en las entidades bancarias.

Un consejito: la próxima vez cállese que bastante tiene con lo que tiene. Como se suele decir: Zapatero a tus zapatos...

martes, 3 de febrero de 2009

LOS PEQUEÑOS PLACERES DE LA VIDA: "El cafetito en casa de Pedro"



Hoy en día, en la sociedad consumista en la que vivimos, la gente de a pie tenemos acceso a ciertos privilegios que antes parecían imposibles de conseguir. Esto provoca que nos cansemos de lo que tenemos con severa facilidad, y que no le demos la más mínima importancia a muchas de las cosas que hoy nos parecen normales y corrientes.

Si lo pensamos, la mayoría de cosas que hacemos y la mayoría de momentos que vivimos, son capaces de proporcionarnos más felicidad, más serenidad, más tranquilidad o más euforia que lo que creemos ser un momento inolvidable.


En mi caso, yo le doy importancia a muchos pequeños momentos que me proporcionan sensaciones distintas, pero todas ellas satisfactorias para mi persona: quitarme los zapatos al llegar de trabajar, llegar a mi casa y encontrarme una olla entera de macarrones para mí solo, quedar con mi novia y estar en el coche sin ningún plan, etc.

Pero en este post quiero hablar de uno de los pequeños placeres que descubrí hace un par de meses, cuando mi colega Pedro se vino a vivir solo a un piso en mi barrio: "Los cafés en su casa".


Pese a que en esa casa los pingüinos deambulan con polar desdén y a que Pedro tiene, inexplicablemente, un triángulo reflectante enmedio del recibidor, esa casa tiene un "no se qué" que invita al "apachorramiento" (dícese de la sensación de querer morir tirado en un sofá).


Esos cafés "made in Peter" tienen algo que no tienen otros cafés. Será el entorno, será la compañía, será que Pedro me echa "droja" dentro, pero esos cafetitos, provocan en mí un efecto relajante y confortable, a la par que satisfactorio, solo equiparable a ser testigo de la caida de un killo en moto cuando va sin casco.

Lo cierto es que yo nunca en mi vida había tomado tanto café, y las consecuencias se reflejan en mis uñas, que están más mordidas que el potorro de Camila Parker-Bowles, pero ese caldo "juanvaldesino" en ese piso, que pese a ser un primero podríamos decir de él que es un "áRtico" (juas juas juas), es una de las cosas que, hoy en día, aprecio más de la cada vez más rutinaria y monótona vida de "currito".


En fin, para algunos parecerá una tonteria, a otros se la soplará, pero al menos sé que Alberto y Pedro compartirán esa sensación de evasión del mundo exterior cuando estamos en ese piso con una taza humeante entre las manos mientras los copos de nieve aterrizan en nuestros uniformes de preso laboral.

PORQUE LA VIDA PUEDE SER MARAVILLOSA