miércoles, 24 de febrero de 2010

Mujeres... el suplicio con tetas (I)


Hay que ver lo difícil que es discutir con una mujer!! Siempre se queda uno con la sensación de que ha perdido. Pensando: "joder, le tendría que haber dicho esto y lo otro". Porque es así amigos, los hombres somos de pensamiento lento. Pero lo que es cierto es que nos encanta ponerlas rabiosas, ahondar en aquello que las pone tensas y, pese a correr el riesgo de ganarnos una colleja, llevarlas hasta el histerismo supino.

Y es que no hablamos el mismo idioma. En un extraño e innecesario paralelismo geográfico ellas serían como Rusia, un país grande y frío que sufre un cabreo crónico y nadie sabe por qué, y cuyo poderío armamentístico es aniquilador. Nosotros, en cambio, seríamos como Suiza, un país incomprendido pero neutral, que nunca se mete con nadie y que tiene, como única defensa una navaja multiusos.

No hace falta mencionar que son agendas humanas. Ellas recuerdan fechas, imágenes, sonidos y cualquier otro tipo de cosa que puedan usar en tu contra. Y no lo dudes ni un momento, si tienen la ocasión de usarlas, no la van a desperdiciar. Da igual que estés inconsciente y desnudo tras caerte en la ducha, que ella, antes de llamar a una ambulancia o siquiera preocuparse por tu estado, te recriminará que no te acordaste de comprar la esterilla antirresbalones.

Y hablan... hablan mucho. Pero como la trucha se la torraba al trucho. Y hablan pensando que nosotros las escuchamos... pobres inocentes. Sin embargo, llega un momento en el que el silencio aparece... un nubarrón negro como el futuro de John Cobra se cierne sobre nuestra cabeza... y ella pregunta: "¿Me estás escuchando?", a lo que tú respondes como un resorte: "Claro!!" (Mentirosooooo, no la escuchas desde que ha dicho "¿a que no sabes qué?"), y ella, desafiante, sabedora de su superioridad, te acorrala cruelmente y te pregunta: "¿Ah, sí, y qué he dicho?" ... ... ... Estás bien jodido amigo...

Padecen una enfermedad llamada "celos". Seguramente sabéis de lo que os hablo. Tú puedes ser perfectamente un orco de Mordor, vestido con harapos y bañado en Eau de Merde, que como a una transeúnte femenina se le ocurra echar un vistazo a tu demacrado cuerpo tambaleante, más que nada por asco, a tu pareja se le comenzará a hinchar la vena de la frente, y cuando la otra esté lo suficientemente lejos para no oírla, te dirá: "¿Quién es esa? ¿La conoces? ¿Ah no, y por qué te mira tanto, si se puede saber?" y tú, como diría mi amigo Mateo, "trabucarás"... "no, yo no la conozco..." ... ... ... La acabas de terminar de cagar!! Por trabucar!! ... ... ... vas a lamentar toda tu vida haber salido a la calle ese día, porque ella acabará de añadir un argumento más a su colección de frases útiles para discusiones.

Soy consciente de las repercusiones que acarreará para mi persona este post. Y eso que he hablado de un ínfimo 1% de los castigos psicológicos que sufrimos los hombres (en los físicos no he querido ahondar). Espero que, al menos, los que se sientan identificados con este artículo esbocen una leve sonrisa de complicidad que les proporcione algo de luz en el oscuro mundo del "calzonismo".




"Semper fidelis"



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viernes, 19 de febrero de 2010

Los eufemismos...



A lo largo de nuestra historia, el lenguaje ha ido evolucionando, adaptándose a cada época y transformándose para no quedar anticuado. Así pues, nos encontramos con que, hoy en día, muchas palabras y frases que en sus orígenes pretendieron significar algo, hoy significan lo opuesto.

Hoy una persona saluda diciendo "Buenos días", aún sabiendo que llueve; contesta "Bien" cuando le preguntan qué tal está, pese a que su vida está más vacía que las arcas del Ayuntamiento de Calviá; esgrime proposiciones como "La semana que viene te llamo y tomamos un café" cuando se encuentra con un viejo amigo, aunque sabe perfectamente que no lo hará, y trata de señor o señora a gente que no merece siquiera ser tratada como a un humano.

Pero no es de estas incongruencias de las que os quiero hablar hoy. Por reclamo popular y porque lo comenté en uno de mis posts, hoy escribiré sobre los eufemismos.

Los eufemismos son aquellas expresiones, creadas normalmente por políticos u otros timadores de medio pelo, que pretenden que los que los oímos hablar, adoptemos la postura que ellos quieren que adoptemos, y así condicionar nuestro pensamiento moldeándolo a su gusto. Un ejemplo, como ya comenté, es la piratería. El hecho de relacionar el hecho de descargarse música de internet con asaltar barcos y robar tesoros es un eufemismo, ya que pretende que todos adoptemos una posición de rechazo hacia esa conducta impúdica e ilegal.

Con esas, nos encontramos en el discurso de un político comentarios como el de que nuestra economía se encuentra en un momento de "desaceleración" o de "crecimiento negativo", que es lo mismo que decir que mi sueldo está creciendo, pero para abajo, en la dirección incorrecta. También nos cuentan que lo que nosotros conocíamos como "paro", ahora es conocido como "tasa natural de desempleo".

En el paradisiaco mundo del eufemismo ya no hay pobres, sino "carentes", ni ricos, sino "pudientes". Tampoco existen las guerras, sino que se habla de "misiones de paz", en las que, por si acaso, se llevan un par de tanques, o también de "intervenciones militares", en las cuales se producen una serie de "efectos colaterales", que son aquellas personas que, sin saber de qué va todo eso, acaban saltando por los aires cada vez que hay una "incursión aérea"... pura poesía.

Se conoce como "crecimiento moderado del IPC" al hecho de no poder comprar un kilo de tomates sin que a uno le duela el bolsillo, se le llama "IVA" a la pequeña contribución que hace cada español al mantenimiento del Palacio de Marivent, y recibe el nombre de "O.R.A." el impuesto de lujo que se paga por tener un coche.

Este es el idílico mundo del eufemismo, en el que los afortunados que lo dominan, son capaces de hacer lo que se propongan, y los pobres a los que nos desconcierta tanto cambio en el lenguaje, no nos queda más cojones que merendarnos las mierdas que estos señores escupen. Si me lo permiten yo seguiré hablando el castellano, que es como mejor nos entendemos los españoles.



"Semper fidelis"




PD: este post es, en parte, un humilde homenaje al maestro David Bravo, máximo exponente en España de la lucha por la descarga legal de archivos p2p.




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lunes, 8 de febrero de 2010

EL CAMPO


Hoy voy a hablar de una de mis fobias: el campo. No me gustan las torradas, no me gustan las acampadas y no me gusta estar lejos de la civilización. Siempre me he considerado un urbanita y no conozco ningún otro medio donde se viva mejor. Pero tengo un problema... y es que a mi novia le encanta...

En los momentos en los que todo es concordia, en el instante en el cual nos encontramos envueltos en armonía y paz, y cuando menos me lo espero ella formula la pregunta maldita: "¿te apetece ir este domingo al campo?" Mi respuesta es automática: "NO!!" A lo que ella replica: "Es que así hacemos algo diferente..." Vamos a ver, mujeres del mundo, dejad de poner esa excusa cada vez que queréis hacer algo que no gusta a vuestra pareja... conducir por carreteras imposibles, caminar varios kilómetros hasta el punto donde se os ha antojado ir, comer de cualquier cosa grasienta y acabar bebiendo whisky en vasos de plástico no es una tarde en el campo: es un sábado de parranda cualquiera!!

En fin, como podéis imaginar, mi negativa fue completamente inútil, así que nos fuimos hacia el campo. Ahí me teníais a mí, cegado por la ira, echando de menos el asfalto, mientras notaba la sonrisa irónica de mi novia, que, invadida por el espíritu de Felix Rodríguez de la Fuente, se encontraba en un estado de éxtasis rural.

Si tuviera que confeccionar una lista con todo aquello que no me gusta del campo tendría material suficiente para hacer un alter-blog, pero aún a riesgo de llevarme algún que otro capón conyugal, voy a nombrar unas cuantas:

- La vestimenta: al campo no se puede ir bien vestido, es más, cuanto más hortera te vistas, más unido te sientes al mundo rural. Así pues, nos encontramos con personajes ataviados con el uniforme oficial del Coronel Tapioca después de su paso por el Proyecto Hombre, es decir, camisetas que nunca usas y que te regalaron en lugares como el Pryca, pantalones cortos con muchos bolsillos, calcetines gordos grises, botas camperas de Latin King y una gorra de la Banca March. Toma glamour!

- La austeridad: muchos piensan que lo bueno del campo es que prescindes de los lujos innecesarios de los que te beneficias en la ciudad. Y mi pregunta es: ¿qué hay de bueno en eso? Si estás tan bien viviendo sin electricidad, agua corriente y tecnología, porqué no te vas a un descampado y te haces una casa con la caja de la tele??

- La mala leche: el campo saca de mí la peor parte. No soporto los bichos, no me gusta sentarme en las piedras y odio bajar hacia Palma con esas enormes ganas de cagar. Para mí es como estar en mi particular edición de Supervivientes: hablo con las piedras, escondo la comida... De hecho la última vez estuve apunto de nominar a mi novia...


Bueno, no sé si lo habéis intuido, pero odio el campo. Pero tengo que reconocer que no todo es malo. Si algo me empuja a conducir hasta montañas que no sabía que existían, caminar como un cabrón (cosa que está totalmente en contra de la evolución) y cargar con más trastos que Mochilo de mudanza, es la comida. Porqué hay que reconocer que la carne de una torrada sabe diferente, sabe a campo, sabe a humo, sabe a moscas, pero coño... está buena. Sin darte cuenta en tu plato tienes chistorra, panceta, lomo, morcilla... vamos, que si te lo curras puedes volver a montar el cerdo a piezas... Y, pese a que tus arterias están más atascadas que Belén Esteban en una división con decimales, te sientes en paz con el mundo... más que nada porqué rozas el más allá, a consecuencia del exceso de colesterol que soporta tu organismo.

Para finalizar quiero recordar lo duro que fue ese proceso conocido como el "Éxodo rural", que se produjo a principios del siglo XX y que condujo a nuestros antepasados, gracias a Dios, al medio urbano. Aunque sea simplemente para honrar su memoria y agradecer su valentía, no vayáis al campo, o estaréis tropezando en la delgada línea de la evolución humana.



"Semper fidelis"



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PORQUE LA VIDA PUEDE SER MARAVILLOSA