
Mallorca, tierra de contrastes culturales, con una gran inmigración, entre la que destaca aquella proveniente de la Al-Andalus más profunda, rica en tradiciones que, con el paso de los años y las generaciones han ido calando en nuestra sosa sociedad solapando sus raíces en esta yerma tierra ávida de gracejo.
Debemos agradecerle a esos, nuestros congéneres andaluces que emigraron a las islas, muchas cosas: la gastronomía de difícil pronunciación, los chistes de leperos, e incluso ese extraño arte que tienen para con la injuria y el uso de improperios varios; sin embargo, lo que no debemos agradecerles, es más, debemos tratar de erradicar, es la inclusión en nuestro folklore balear de la ya famosa y casposa "Feria de Abril".
Sí amigos, un año más nos encontramos ante esta extraña festividad que, pese a su nombre, ocupa apenas unos días del mes de las flores, ya que gran parte de ella se desarrolla durante el mes de mayo.
Parecía ayer cuando escribí en mi blog aquella crítica sobre la feria de los Johnatans, que tantas críticas obtuvo, y ya me tienes aquí de nuevo, con ganas de más. Y es que no ha lugar a este tipo de jolgorio flamenco en una tierra puramente "balldebotista". Sin embargo, durante estas semanas llenaremos nuestros corazones con genios de la melomanía como Decai, El Barrio o Kiko y Shara, que, regados con un buen "rebujito" de gaseosa con limón y acompañados por un ambiente hostil donde los haya, cargado de empujones y amenazas varias, harán de nuestras noches una aventura digna de contar.
Considérate afortunado si sales ileso de ese nido de ratas de cloaca, chupatintas imberbes que se enfundan sus anacrónicos uniformes de guerra con el único objetivo de conseguir un euro. Mientras sus hembras, enfundadas en vestidos tres tallas más pequeñas que la que les tocaría portar y con un maquillaje "al óleo" capaz de impresionar al mismo Joker, hacen lo propio con el sector femenino que cohabita el lugar.
Tiene su mérito que este tipo de ferias triunfe en una isla como esta, donde todos nos conocemos a todos pero nadie saluda a nadie. El carácter mallorquín contrasta con este bullicio rociero más propio de una boda gitana que de una festividad balear. Yo, consciente de que voy a tener que ir alguna noche, procuraré que sea a final de mes, así cuando me atraquen no podrán llevarse más que extractos de mi polvorienta cuenta y una ficha de los coches de choque.
Que Messi nos pille confesados...
"Semper fidelis"
Debemos agradecerle a esos, nuestros congéneres andaluces que emigraron a las islas, muchas cosas: la gastronomía de difícil pronunciación, los chistes de leperos, e incluso ese extraño arte que tienen para con la injuria y el uso de improperios varios; sin embargo, lo que no debemos agradecerles, es más, debemos tratar de erradicar, es la inclusión en nuestro folklore balear de la ya famosa y casposa "Feria de Abril".
Sí amigos, un año más nos encontramos ante esta extraña festividad que, pese a su nombre, ocupa apenas unos días del mes de las flores, ya que gran parte de ella se desarrolla durante el mes de mayo.
Parecía ayer cuando escribí en mi blog aquella crítica sobre la feria de los Johnatans, que tantas críticas obtuvo, y ya me tienes aquí de nuevo, con ganas de más. Y es que no ha lugar a este tipo de jolgorio flamenco en una tierra puramente "balldebotista". Sin embargo, durante estas semanas llenaremos nuestros corazones con genios de la melomanía como Decai, El Barrio o Kiko y Shara, que, regados con un buen "rebujito" de gaseosa con limón y acompañados por un ambiente hostil donde los haya, cargado de empujones y amenazas varias, harán de nuestras noches una aventura digna de contar.
Considérate afortunado si sales ileso de ese nido de ratas de cloaca, chupatintas imberbes que se enfundan sus anacrónicos uniformes de guerra con el único objetivo de conseguir un euro. Mientras sus hembras, enfundadas en vestidos tres tallas más pequeñas que la que les tocaría portar y con un maquillaje "al óleo" capaz de impresionar al mismo Joker, hacen lo propio con el sector femenino que cohabita el lugar.
Tiene su mérito que este tipo de ferias triunfe en una isla como esta, donde todos nos conocemos a todos pero nadie saluda a nadie. El carácter mallorquín contrasta con este bullicio rociero más propio de una boda gitana que de una festividad balear. Yo, consciente de que voy a tener que ir alguna noche, procuraré que sea a final de mes, así cuando me atraquen no podrán llevarse más que extractos de mi polvorienta cuenta y una ficha de los coches de choque.
Que Messi nos pille confesados...
"Semper fidelis"
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