lunes, 1 de marzo de 2010

La sonrisa perenne


Siempre he tenido una vida fácil. Soy el menor de tres hermanos, los cuales me aventajan en 11 y 15 años de experiencia. Eso quiere decir que prácticamente he sido hijo único.

Mi infancia ha sido muy feliz. Lo tenía todo. Hasta unos kilos de más. La totalidad de mis caprichos fue colmada por parte de mis padres. Nunca me enfrenté a la realidad porque la vida en el regazo paterno era demasiado confortable y cálida para arriesgarme a salir a la fría y cruda realidad. La vida entre algodones era genial, pero, aunque Don Limpio nos diga lo contrario, el algodón a veces sí engaña.

Niño modélico, de carácter afable e inteligencia desbordante. Amigo de todos y enemigo de ninguno. Expediente ejemplar sin mancha alguna. Futuro esperanzador, madurez señorial y vejez cómoda. Todos esperaban mucho de mí.

Debo reconocer que las cosas no me han ido mal en la vida. Aún así, desconozco el motivo que me conduce a no sentirme del todo realizado con lo que he conseguido hasta hoy. Sé que soy muy joven y que el destino me depara más cambios que al rostro de Cher, pero no puedo evitar sentir que, a día de hoy, he fracasado.

"Currito" cualquiera, madrugador resignado y futuro hipotecado, me encuentro con un mañana que no me acaba de gustar en su totalidad. La vida no se suponía así para el gran Carlos, del que todos pensaban que alcanzaría lo que se propusiese.

Nunca tuve ningún problema gordo en mi vida, por eso creo que esta situación me está afectando tanto. Probablemente la incapacidad que sufro para exteriorizar mis problemas actúe como agravante de los mismos. Con mi sonrisa perenne hago creer a la gente que todo va bien y que no tengo preocupaciones. No necesito compasión, no busco lástima, ni siquiera busco empatía. A nadie le interesan mis conflictos y por eso no los exteriorizo.

Sin embargo, soy consciente que estoy a tiempo de cambiar esta situación. De dar un giro drástico a mi vida y hacerla menos lamentable y monótona. De intentar, también, que las cosas me afecten menos. De endurecer mi caparazón para que me duelan menos los palos que yo mismo me propino.

Mientras tanto, como dirían Tequila: "salgo de casa con la sonrisa puesta".



"Semper fidelis"



...

3 comentarios:

Homero dijo...

Nunca sabrás que te deparará el futuro ya que el presente nos sorprende cada día. El problema de la insatisfacción puede ser ( por lo te leo) laboral. Necestias un curro que te motive. Todo lo demás siempre lo comentas con ilusión, ganas etc.. pero parece que necesitas algo que te llene laboralmente.. Que te haga levantarte con ganas.. Pareces una persona inquieta, ambiociosa , culta... Quizá las personas como tu, lo que quieren es responsabilidad . Poco a poco la encontrarás. Con la sonrisa puesta, ilusión y que seguro que eres válido es cuestión de tiempo.
PD.- me he aventurado a descifrar tu frustación.

Awesome Guy! dijo...

gracias amigo Homero, creo que no vas del todo desencaminado con tu conclusión.

Inentaré que eso cambie.

Gracias.

Daniel Terrasa dijo...

La sensación de fracaso solo existe en aquellos que tienen algo de ambición (entiéndase ambición en su acepción más positiva)

Creo que sentirse fracasado, infeliz, etc. en algún momento de la vida es algo muy normal y humano. En esos momentos uno puede tratar de minimizar esta sensación negativa (no es para tanto, estoy exagerando), o bien dejar pasar el tiempo a ver si mañana se ven las cosas de otro color, o incluso acudir al clásico recurso de que hay que conformarse con las circunstancias de cada uno, que siempre hay alguien que está peor.

A mí me sucede a menudo. Tengo bajones, me siento como encarcelado, aunque no tengo motivos para quejarme, pero es imposible quitarse de encima la idea de que estoy viendo mi propia vida como espectador. Entonces es cuando pienso que a veces sentirse fracasado es incluso bueno, porque eso te impulsa a reaccionar, a rebelarte. No, no hay que cometer locuras ni actuar irreflexivamente, solo intentar tener un momento de valor (aunque uno lleve un curriculum de cobarde miserable) y echarle huevos.

Ya lo decían los antiguos latinos: FORTUNA AUDACES IUVAT.

Ánimo.

PORQUE LA VIDA PUEDE SER MARAVILLOSA