domingo, 21 de diciembre de 2008

"Cena" de empresa (VIVEN)

Como explica el título del post, este fin de semana he asistido a la "cena" de mi empresa. Digo ASISTIDO porque comer, lo que viene siendo comer, no he comido mucho...

Hace unas semanas nos anunciaron que este fin de semana tenía lugar la cena de empresa. En principio teníamos que ser unos 400 "invitados" (a 30€ por cabeza...).
Las primeras dudas aparecieron en las cabezas de todos nosotros: ¿Es obligatorio ir?, ¿Si no voy pasa algo?, ¿Pillaré cacho?...
Pero, como siempre, acabamos yendo todos... porque en España se usa mucho la frase de: "Si vais vosotros sí que voy, sino paso.", a la que el compañero responde: "Yo voy si vas tu, sino también paso."

En fin, que fui! Y una vez allí ¿que pasa?, pues nada... empiezas a saludar a gente de la que no recuerdas el nombre y le preguntas cosas del trabajo... joder que incomodo!! no me imagino como serán las cenas de empresa de los puticlubs: "Hola... tú... que tal el trabajo??" "Hola... tú... pues bien jodida... los clientes me dan mucho por culo...".

Pues eso, una vez hube saludado a unos cuantos compañeros y a algunos jefes (hay que intentar hacer puntos siempre que se pueda), me reuní con los de siempre: con los que luego tenía previsto irme de marcha. Copita de champán por aquí, copita de cava por allá... entré al salón donde ibamos a "cenar" dando más tumbos que Fernando Savater el día antes de la entrada en vigor de la Ley Seca... no sin antes pedirle a los camareros que servían las copas que me guardaran las sobras para mi perro...

Una vez en el salón, el jamón con carpaccio de salmón y el medallón de buey con verduritas fueron engullidos por los miembros y miembras de la comensalía con la misma ferocidad que Lucas engulló a Andy, quedándonos la mayoría con más hambre que un torero.
Mientras los cafés iban llegando más fríos que los cojones de Iceman, el pan era nuestro único sustento.

La "cena" acabó y, cuando las ambulancias hubieron reanimado e incluso hospitalizado a aquellas personas que se desmayaron por falta de nutrientes, pasamos a la discoteca, donde el sr. Juan Campos se dedicó a pinchar música digna de un "guateque" de los 60 aderezada con algunos destellos de frescura como la banda sonora de Ghost o "la yenka", a la vez que los compañeros y yo hacíamos una cola, que resultó ser eterna, para que nos sirvieran la copa gratis que nos habían ofrecido.

La fiesta tenía peor cara que el secuestro del novio de Falete, así que cogimos mi Focus y nos fuimos a otra discoteca cercana, de la que sabíamos que saldríamos satisfechos.

De lo que pasó ahí poco que comentar: Pedro se fue con Cancellara Man a pegar un viaje con dos amiguillas... Xisco ni se presentó, el muy cabrón... Juanito hizo un cancellara inexcusable estando de vacaciones... Sergio desapareció cuando volví del baño... y Alberto y yo, como siempre, estuvimos dando el callo hasta las tantas...

Al final de la noche, no pudo faltar mi Pepito Coyunda y la Super Hamburguesa Coyunda de Alberto... así contrarrestamos el hambre de las 10 de la noche a las 6 de la mañana.

En fin, como se suele decir cada año: "el año que viene ni de coña...".

Fin de la historia.

2 comentarios:

Daniel Terrasa dijo...

La de mi empresa fue en ese lugar tan fashion llamado IO. Es tan fashion que es restaurante, discoteca, chill out y bar de putas, todo a la vez. Me explico: Mientras cenaba pasaban por detrás de mi silla dos borrachos de otra inolvidable cena de empresa con la corbata a modo de turbante, señores mayores oteaban desde la barra los canalillos de mis compañeras, incluso los más lamentables, mientras una gorda intentaba en vano subirse a un altavoz para bailar.

Lo más original, las miradas de desprecio de los camareros (todos argentinos/as) que más que servir mesas hacían poses entre plato y plato. Me imagino que todos serían modelos o ingenieros aeronáuticos, o las dos cosas a la vez, que de manera injusta y estrictamente provisional se veían obligados a ensuciar su CV con aquel trabajo. Es por eso que no me ofendí en absoluto cuando aquel muchacho de las bandejas me dijo "Cabashero, estire el braso y alcánseme el plato de su compañero". Era una orden que yo, pobre mortal, cumplí sin rechistar.

Y ni siquiera me pude aliviar con el tinto porque estaba en la mesa de los jefes. La mesa trampa, en la que te dejan sentar como si te aceptaran como uno de ellos, pero cuya finalidad es dejar al descubierto tu flanco débil por donde te van a machacar tarde o temprano.

A las 12 el paripé había finalizado y pude salir de aquel extraño lugar. Al día siguiente arrojé la ropa al fuego purificador, claro.

Awesome Guy! dijo...

pues eso... mierdas!

PORQUE LA VIDA PUEDE SER MARAVILLOSA